La Edificación del Nuevo Templo
- 19 feb
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Actualizado: 10 mar

La Biblia entera cuenta la historia de cómo Dios cumple su intención original de habitar con su pueblo. En Éxodo 40.34, la gloria divina desciende sobre el Tabernáculo: “Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Yahvé llenó el tabernáculo”. Después de que David establece el reino en Jerusalén, su hijo Salomón construye el templo que reemplazará al Tabernáculo. Será una pequeña maqueta de la nueva creación de Dios. Todos estos son anticipos de la restauración final de todas las cosas. Así, en 1 Reyes 8, la gloria divina desciende para habitar en el templo de Salomón, tal como había ocurrido con el Tabernáculo en Éxodo 40.
Cuando leemos la historia de Salomón, el hijo de David, quien prefigura al verdadero Hijo de David, Yeshúa, vemos que edifica un templo material. Sin embargo, en la era del Mesías, el Hijo de David, la edificación es de una casa espiritual, como señala Kéfa (1Pedro 2:4-5) al decir que, al acercarnos a Yeshúa, somos edificados como casa espiritual. Así, las cosas espirituales, esos detalles, y delicadezas del Espíritu de Dios, se encuentran tipificadas en los detalles de la edificación del templo material. Porque el templo es una figura del verdadero templo, que somos nosotros, la Comunidad del Dios vivo, como señala Pablo: “vosotros sois el templo de Dios” (2 Corintios 6:16). Así, Salomón que edifica el templo, es una figura del Hijo de David, del verdadero Hijo de David. Y no es que Salomón fuera falso, pero era la tipología, Dios no estaba hablando solamente de Salomón, estaba hablando de Yeshúa, el Hijo de David, edificando el Cuerpo del Mesías, la Comunidad del Dios viviente. Pero para hacer esa edificación verdadera hay que hacer unos planos, y hay que hacer una maqueta, aunque Dios no puede vivir en la maqueta, porque dice: “Qué casa me edificaréis, ¿si yo lleno los cielos y la tierra?” (Isaías 66.1). Pero Adonái (el Señor), se escogió una casa, un templo, uno de verdad, y permitió que Salomón lo tipificara.
En 1 Reyes capítulo 6, abordaremos una doble lectura: una antes y otra detrás del velo. Gramática histórica referida al pasado, pero detrás del velo, espiritual, referida al presente y al futuro:
“En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Yahvé.” (1 Reyes 6.1).
En el año segundo, porque el mes primero, y el año primero, corresponde a Pésaj (la Pascua), al fundamento, es decir, corresponde a la cabeza, porque Dios dijo: “para vosotros Israel, este será el primer mes del año” (Éx 12.1), es decir, Aviv (Nisán), en primavera. Que nosotros llamamos marzo o abril, pero en realidad es el primero de Aviv. Así, Pésaj (La Pascua) es el principio, que se observa entre el 14 y el 15, que es la primera luna llena del año, en el centro del mes. Y así, el primer mes, es el mes de Pésaj (la Pascua), porque no hay comienzo sin Yeshúa, que es nuestro Pésaj (Pascua), y si él no muere al principio, nosotros no vivimos. Él murió y resucitó, y es nuestro comienzo. Siempre lo relativo a Yeshúa, tiene que ocupar el primer lugar, para que él sea el primogénito y el preeminente en todas las cosas. Entonces Aviv, el primer mes, que es el mes de la cabeza, es el mes del fundamento, pero el segundo mes, que es el mes de Ziv, es el mes del tabernáculo, es el mes de la Casa, es el mes del Cuerpo. De esta manera, primero está la Cabeza, segundo, el Cuerpo, que forman el misterio del Mesías, cabeza y cuerpo... Yeshúa y la Comunidad. Como dice Pablo en Efesios 3.6: “que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en el Mesías Yeshúa por medio de las buenas nuevas”. Ese es el Cuerpo de Yeshúa, compuesto por personas, seres humanos, llamados tanto de Israel como de las naciones. De manera similar, el templo que edificó el hijo de David, Salomón, fue construido con madera proveniente de los gentiles. Esta madera llegaba por mar hasta el puerto de Jope (Jafa), donde hoy se encuentra Tel Aviv, el punto de acceso internacional a Israel desde las naciones. Precisamente por este puerto ingresaba la madera de los gentiles, que se unía con la madera de Israel para edificar la Casa de Dios, reflejando la unión entre ambos en un solo pueblo (cf. Ezequiel 37.15-28). En 2 Crónicas 2.16-17, pasaje paralelo a 1 Reyes, se menciona que la madera utilizada para la construcción del templo provenía de los gentiles.
“Nosotros cortaremos madera del Líbano, conforme a toda tu necesidad, y te la traeremos en balsas por mar a Jope (Jafa), y tú la harás llevar a Jerusalén” (2 Crónicas 2.16-17).
Esto ilustra cómo la cooperación entre Israel y los gentiles fue clave en la construcción del Templo, simbolizando la unión de diferentes pueblos en la obra de Dios. La madera de los gentiles y la madera de Israel se unieron para edificar la Casa de Dios, reflejando así el tema de inclusión que se menciona en Efesios 3.6, donde se afirma que los gentiles también son coherederos y miembros del mismo cuerpo en Yeshúa el Mesías.
Precisamente a Kefa (Pedro), quien ahora vivía la realidad del verdadero Templo y, tras haberse recibido el mensaje del Evangelio en Jerusalén y Judea, se encontraba en Jope (Yafa), el mismo puerto por donde ingresaba la madera gentil para formar parte del Templo de Dios. Allí, en Jope, recibió una visión en la que veía animales inmundos descender, y una voz le decía: “Mata y come”. Kefa se negó, respondiendo: “Nunca he comido nada impuro ni inmundo”, a lo que la voz replicó: “Lo que yo he limpiado, no lo llames común ni inmundo”. Con esto, Dios le estaba ordenando aceptar a los gentiles, precisamente en aquel mismo lugar. Kéfa (Pedro) meditaba sobre el significado de aquella triple visión, que había recibido tres veces como una confirmación. Mientras reflexionaba, los gentiles llegaron a su puerta, y en ese momento, el Espíritu le ordenó: “ve con ellos sin preguntar nada”. Cuando estuvo con ellos, aún no había terminado de hablar cuando el Espíritu de Dios descendió sobre los gentiles, del mismo modo en que lo había hecho sobre los creyentes de Israel. Entonces, fueron sumergidos (bautizados) en nombre de Yeshúa. Porque el mismo Dios que creó a Israel también creó a los gentiles, y ante Él no hay almas de segunda clase. Todos somos iguales ante su presencia, aunque algunos hemos sido justificados por la sangre de Yeshúa al creer en Él, mientras que quienes no creen permanecen sin justificación y condenados, por no haber escuchado la voz del Hijo de Dios.
Ahora bien, ¿dónde recibe Kéfa (Pedro) esta orden? En Jope (Yafa).
¿Por dónde ingresaba la madera de los gentiles para formar parte del Templo y edificarlo? En Jope (Yafa).
¿Cuántos creyentes estaban reunidos en Shavuot (Pentecostés)? 120.
¿Cuántos sacerdotes tocaron las trompetas para entronizar el Arca en el Templo y recibir la gloria -presencia- de Dios? 120, como lo señala 2 Crónicas 5,12-14:
“y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas, cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Yahvé, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Yahvé, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Yavhé. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Yahvé había llenado la casa de Dios.” 2 Crónicas 5,12-14.
Nos damos cuenta como Dios enseña el futuro a través del pasado. Y ahora, con respecto a la visión de Kéfa (Pedro), los alimentos impuros en Levítico representan simbólicamente la advertencia de no mezclarse con idólatras paganos y adoptar sus costumbres. Y la clave se encuentra en la voz del cielo en el versículo 15: "Lo que Dios ha purificado no llames inmundo...". No significa "lo que Dios etiquetó en Levítico y ahora lo está re-etiquetando". Más bien, indica que aquello que realmente era impuro —los gentiles en su estado previo— ahora está siendo purificado por Dios.








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