Los Discípulos recogen espigas en Shabát
- 23 feb
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Actualizado: 10 mar

En un Shabát, Yeshúa caminaba por los sembrados, y sus discípulos, que tenían hambre, comenzaron a arrancar espigas y a comer. El plural τοῖς σάββασιν para referirse a un Shabát (cf. ἡμέρα τῶν σαββάτων en Lc 4.16) se explica por la transliteración de la forma aramea שַׁבָּתָא al griego. Arrancar espigas en el campo ajeno para saciar el hambre estaba permitido según Dt 23.25.
Sin embargo, los fariseos, al ver esto, lo interpretaron según su rigorista concepción de la Torá como una forma de cosecha, lo cual estaba prohibido en Shabát conforme al mandamiento sabático en Éxodo 20.10 y 16.22 en adelante. Según lo entendían, arrancar la espiga era considerado cosecha, frotarla para separar el grano de las cáscaras (Lucas nos dice que lo hicieron) equivalía a trillar, y soplar las cáscaras bien podría haber sido interpretado como aventar. Además, posiblemente consideraron toda la acción como preparación de alimentos, lo cual también veían como prohibido (todos los alimentos consumidos en el día de Shabát debían ser preparados el día anterior). Que fuera una cantidad pequeña no eximía a los discípulos, ya que era censurable cosechar y moler grano en una cantidad no mayor al tamaño de una higa seca (b. Shab. 70b); habría sido necesario mucho más que eso para satisfacer el hambre de una persona. Lo que prohibía expresamente la Torá era esto: “Mirad que el Eterno os dio el Shabát, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Estése, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día” (Éx 16.29); “Seis días trabajarás, el séptimo descansarás; no ararás ni recolectarás” (Éx 34.21). Sí la norma prohibía salir de su lugar a recolectar comida en Shabát ya que Dios ya había proporcionado doble porción el sexto día, y, por lo tanto, cada quien debía permanecer en su lugar, sin ir en búsqueda de alimento, la acción de salir a comer espigas era, según la interpretación, una violación de la Torá. Pero Yeshúa no contradecirá la interpretación de los fariseos como errada, sino su aplicación.
Por lo tanto, Yeshúa prosigue a dar una triple respuesta con argumentos que incrementan gradualmente de menor a mayor:
1) El Shabát tiene excepciones (piquaj néfesh).
2) El servicio al templo tiene precedencia sobre la observancia del Shabát, y él, a quienes sus discípulos servían, es mayor que el templo.
3) Él es el “dueño” y señor del Shabát; por eso puede obrar como le plazca.
Argumento 1: Lo que hizo David (Mt 12.3-4):
Este es el primer argumento. Yeshúa aplica el concepto de Piqúaj Néfesh (en hebreo: פקוח נפש, que significa 'cuidado del alma'), es un principio en la ley judía que establece que la preservación de la vida humana prácticamente anula casi cualquier norma de la Torá. Cuando la vida de una persona en particular está en peligro, prácticamente cualquier mandamiento negativo de la Torá se vuelve inaplicable, con excepciones como la idolatría, la blasfemia, la brujería, el adulterio, el homicidio. Aquí, Yeshúa añade el factor del hambre por razones humanitarias. Los rabinos permitían que la salvación de una vida tuviese preferencia sobre la observancia, y para vincular más estrechamente este concepto, Yeshúa relaciona la conducta de los discípulos con el caso de David.
El texto referido por Yeshúa es 1Sm 21.1-7 (cf. Lv 24.8), que muestra que el incidente de David ocurrió en día de Shabát. Perseguido por Shaúl, David se refugió con su escolta en Nob, donde se encontraba el Tabernáculo-Casa-de-Dios. Al carecer de alimentos, David solicitó ayuda al sacerdote Ajiméleq. Aunque este no tenía provisiones, les ofreció el "Pan del Santo", ya que solo disponía de los "Panes de la Proposición" (1 Sm 21.1-9), destinados exclusivamente para el consumo de los sacerdotes según la Torá (Lv 24.9). Los judíos representan a David diciendo así al sacerdote: "Cuando se dio cuenta de que solo había pan de la presentación dijo: dámelo para que no muramos de hambre, (שבת דוחה נפשות שספק) porque el peligro de la vida desplaza el Shabát" (Laniado Cli Jaker, 227.2). Esto vincula perfectamente con el argumento de Yeshúa y justifica la conducta de sus discípulos. A pesar de que esta acción podía interpretarse como una transgresión de la Torá, al ser realizada por un sacerdote y aceptada por David, considerado un modelo de perfección, se entiende que fue una acción lícita por causa de la perseverancia de la vida. En este caso, la ley natural prevaleció sobre la ley positiva, concepto conocido como: Piqúaj Néfesh (פקוח נפש; 'cuidado del alma').
Este ejemplo de transgresión de una prescripción legal por necesidad es pertinente porque David, el hombre conforme al corazón de Dios, se vio obligado a hacerlo para calmar su hambre, y se sobreentiende que el mismo sumo sacerdote, por falta de pan común, le entregó los panes sagrados. Y así, la palabra ἐπείνασαν (tenían hambre), que aplica al hambre de los discípulos de Yeshúa, caracteriza la acción de arrancar espigas como una obra de necesidad. La Escritura no censura este acto como ilícito.
Argumento 2: Los sacerdotes laboran en Shabát y no son culpables (Mt 12.5):
Este es el segundo argumento. Yeshúa ofrece aquí un mejor argumento legal que se apoya en Nm 28.9-10. Además, la cosecha del ómer (Lv 23.10-14) transgrede el Shabát según la ley farisea pero no según la saducea (m, Menaj. 10,1.3.9). El Talmud reconoce que "el servicio sacrificatorio tiene prioridad sobre el Shabát" (b. Shabát 132b).
Yeshúa señala que la misma Torá prescribe trabajos en Shabát, los cuales, si se prohibiera toda actividad según la interpretación de sus opositores, constituirían una profanación del día santo. "¿O (si el caso citado no os basta) no habéis leído que en los días de Shabát los sacerdotes en el templo profanan el Shabát y son sin culpa?". Es decir, realizan labores sacerdotales ordenadas en Nm 28.8 en adelante, como el sacrificio y la preparación de las ofrendas.
La aparente contradicción entre "profanar el Shabát" y "ser sin culpa" es un oxímoron que pone de manifiesto la inconsistencia del criterio fariseo, el cual considera cualquier trabajo en Shabát como una profanación. Si los sacerdotes, al realizar labores en Shabát, no son culpables porque obedecen la Torá, entonces no toda actividad en Shabát es ilícita.
Alguien podría contraargumentar que las labores sacerdotales en Shabát son necesarias para el servicio del templo, y que, en casos de conflicto, cualquier otra norma cede ante esta prioridad. Y que de ello no se sigue que los discípulos estuvieran autorizados a violar el Shabát.
Yeshúa responde a esta objeción en el versículo 6: "Pero yo os digo que algo mayor que el templo está aquí". La lectura μείζον (neutro), presente en casi todos los códices unciales, es preferible a la variante μείζων (masculino), que aparece en los códices LΔ y algunas versiones itálicas y de la Vulgata. El neutro enfatiza más el contraste.
Esta forma “mayor” (μείζον), aunque es neutra, se refiere a Yeshúa, como se ve claramente en los versículos 41 y 42: el “más grande” es neutro también y se refiere directamente a Yeshúa para indicar su grandeza sobre Jonás y Salomón. Igualmente, la fórmula de Lc 11.31-32, con cuyo pasaje tiene éste un paralelo conceptual-literario. Él es mayor que el templo, que tenía la máxima dignidad por ser la casa donde habitaba Dios.
Así, con μείζον τοῦ ἱεροῦ ("algo mayor que el templo"), Yeshúa se refiere a su propia persona, la cual supera en santidad y dignidad al templo, ya que en Él Dios ha venido a su pueblo de manera más excelsa que en el santuario (cf. Jn 1.14; 2:19).
Si los sacerdotes no violan el Shabát al servir en el templo, con mayor razón no se puede condenar a los discípulos por recoger espigas en Shabát en servicio del Mesías. Si la gente pudo transgredir el Shabát a causa del servicio al templo, cuánto más podrán servir a Aquel que es mayor al templo. Y superior al templo de Israel no había más que Dios. Yeshúa, por tanto, se proclama Dios.
Dado que Yeshúa se presenta inmediatamente como superior al templo, está sugiriendo también que los discípulos que sirven a su causa, identificada como el "templo de Dios" (cf. Jn 2.19-21), están exentos de esta obligación -únicamente- cuando le sirven a Él. Con esto, Yeshúa deja claro que los fariseos no tienen autoridad para juzgar a sus discípulos.
Misericordia quiero y no Sacrificio
Finalmente, en los versículos 7 y 8, Yeshúa denuncia la falta de compasión que subyace en la crítica farisea sobre aquellos hambrientos que servían al Mesías: "Si hubierais entendido lo que significa: 'Misericordia quiero y no sacrificio' (Oseas 6:6), no habríais condenado a los inocentes". Su juicio contra los discípulos demuestra no solo falta de misericordia, sino también una comprensión errónea de la Escritura, cuya autoridad dicen defender.
Argumento 3: Dueño del Shabát (Mt 12.8):
Este es el tercer argumento. El tercer argumento de Yeshúa se apoya en que él “es el Dueño del Shabát”. Como el reposo del Shabát es de institución divina (Gn 2.2-3), proclamarse “Dueño del Shabát” es proclamarse dueño de su institución. Moshé (Moisés) sólo fue un ministro que legisló en nombre de Dios. Si Dios es el “dueño” del Shabát y Yeshúa es el “Dueño” del Shabát, Yeshúa se está proclamando Dios. El precepto del reposo del Shabát era estricto y de institución divina. Pero Yeshúa es el “dueño” y señor del Shabát; por eso puede obrar como le plazca. La expresión "Hijo del Hombre" no alude a cualquier individuo, ya que ningún hombre común tiene autoridad sobre las leyes, ya sean morales, rituales, naturales o positivas, ni la facultad de disponer de ellas a su antojo. El título refiere a Yeshúa, una interpretación constante en el Nuevo Testamento y título mesiánico según Daniel 7.13. Los judíos concuerdan parcialmente, admitiendo que: "el día en que Jericó fue tomada era un día de Shabát, y aunque mataron y quemaron en el día de Shabát, Aquel que había mandado la observancia del Shabát, mandaba su profanación" (R. David Kimji sobre Jo 6.11). Dado que Yeshúa instituyó el Shabát, siendo un precepto de institución divina, tenía la capacidad y autoridad soberana de dispensar con él e incluso abrogarlo.
Como el Mesías y Dueño del Shabát, Él tiene plena autoridad para determinar lo que es lícito en Shabát. Así, no solo defendió la conducta de sus discípulos, sino que también rechazó la pretensión farisea de juzgar su enseñanza y sus acciones basándose en una comprensión deficiente de la Torá.
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